Berari, berak hustu bait ninduen behin,
eta zuri, zeuk bete bainauzu betikotz.
«Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo del olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única,
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Después de ese dolor redondo y eficaz
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia,
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.
M. Benedetti