ONE BALLAD FOR THE RAVENS
The ravens of blackfeathers
The ravens of white pen
Muchas gracias queridos hermanos
Poetas de blanca pluma
Sabia que no dejaríais
Que me ahogase
Venid todos a bordo
No me alegra poco
El volver a abrazaros
Siempre os eché en falta
Cuando estaba lejos
En ciudades y montañas
Deseoso de leeros
¿Quién merece entre los plumados
La corona de la poesía?
El cuervo
Siempre vive sobre el laurel
Su lengua no está oxidada
Enmudezca para siempre
El vil ruiseñor
Nuestra raza nunca será
Esclavo de su propio canto
Así se reconoce
El cuervo está en lo más alto
Ensalce a voz en pico
El canto que no es para la jaula
No hay igual en todo el bosque
Cuando empezamos a graznar
Qué hermosa sinfonía
Tan dulce tan bella
Aquello no es afonía
Oírlo me vacía el corazón
Gota a gota
Diciéndolo claramente
Es difícil igualar al cuervo
La vida de los viejos poetas
No es cosa sencilla
Nunca nos faltan
Ataques de los plumados
No es éste un dulce destino
Si alguna vez oís
Que me hice paloma
Creedme hermanos cuervos
Que es una gran mentira
No soy tan torpe
Nunca el cuervo será mirlo
Tuve que arrojarme por la borda. El mar me escupió sobre las rocas. Trepé como pude por la pendiente. Atrás llegaban los cuervos corveando. Era todo una llaga. Encontré un viejo molino junto al bosque. Llamé. Empujé la puerta. Estaba lleno de ratones, pero cuando una loca carcajada me saludó medí cuenta de que estaba de nuevo entre cuervos: ratones plumados. Un escalofrío me recorrió el espinazo, estaba mojado.
© Koldo Izagirre